lunes, 14 de abril de 2014

Suspiro nº 6







"Decía mi abuela que cuando una mujer se 
sintiera triste lo mejor que podía hacer era 
trenzarse el cabello; de esta manera el dolor 
quedaría atrapado entre los cabellos y no 
podría llegar hasta el resto del cuerpo; había 
que tener cuidado de que la tristeza no se 
metiera en los ojos pues los harìa llover, 
tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros 
labios pues los obligaría a decir cosas que no 
eran ciertas, que no se meta entre tus manos
-
me decía- porque puedes tostar de más el café 
o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le 
gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste
niña,
trénzate el cabello; atrapa el dolor en la 
madeja y déjalo escapar cuando el viento del
norte pegue 
con fuerza. 
Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo
todo, 

es fuerte como las raíces del ahuehuete 
y suave como la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, 
aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia, 
no la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, 
porque fluirá en cascada por los canales que la luna a trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza...

y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontraras pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello."
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