sábado, 15 de marzo de 2014

Él.

Él.
Él era bueno inventando colores para mi..
creando el azul entre nosotros, haciendo de mi corazón un océano infinito en noches de luna llena..
preguntándome de mi color preferido entre ligeros cabellos, respondiendo que era nuestro sin preguntar a nadie mas, para creer que nosotros inventamos colores cada día..
Y cazando entre magnificas miradas "Cariño, si amas o quieres, no importa mientras sea conmigo" 
y la cálida sensación de sus manos al rozar las mejillas.

Él, que me hacia sonreír, mientras me hablaba al oído inventando historias de nosotros, de llegadas tardes, correteando lunas en el horizonte para alcanzarnos y el llamante sol salía y calentaba sus manos entre flores para que jamas les faltara vida.

Él. que me hacía contar números con los dedos porque era nos gustaba crear la inocencia de nosotros y guardando lo que quedase por si nos faltaba mirarnos mas.
Él hablándome de llantos y manzanas y pinturas que jamas veré, entreteniéndome mientras acariciaba la dulzura de sus flamantes dedos, y ruborizando la tarde para jamas perder la costumbre que hasta que el sol se sentía pálido entre nosotros en las tarde de invierno.

Él que me hablaba de todo y siempre cuidándome desconcertadamente, y yo amando esa estúpida indignación de pensar que podía perderlo y es que mientras mas se acercase la hora de alejar la flor que tanto cuidaba, se preparaba para la noche que debía de arrebatársela, porque era su esperanza, su admiración, y la paciencia de lo que mas amaba en su interior extrañamente edificado.

Ella era de tan poco, lo mas grande que tenía.
lo mas dulce y lo mas cálido que quemaba con furia en la ciudad que roleaban en las noches
Ella era entre casi noches sin dormir, y llamadas perdidas, el murmullo de las voces 
entre Rosas, cuya mirada solo era a una sola.
Sin duda podía perderse todo, menos la casualidad oportuna de mirar aquella flor,
aquella que era única, y aquella que era su flor.
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